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¿Qué fue primero, la mujer o Disney?

G.K. Chesterton, en la época en que estaba en discusión el derecho al sufragio para las mujeres, decía que independientemente de si votaran o no, ya la mujer, según como criara a sus hijos, tenía el poder para hacer o deshacer por completo una nación. Sin embargo, no todo el mundo ve la maternidad como algo que empodere o de plenitud a la mujer, sino más bien como algo que la esclaviza y la sujeta.

Lo que defiende el feminismo moderno:

Para Simone de Beauvoir, autora fundamental para el feminismo moderno, la mujer, por su biología y las exigencias de la cultura patriarcal, es víctima de su “esclavitud menstrual”. El hombre es totalmente libre, es trascendente, puede decidir qué hacer y qué ser, qué estudiar y en qué trabajar, y puede disfrutar del mundo sin consecuencias. En cambio la mujer está limitada por su inmanencia, su inmovilidad como ama de casa y sirvienta. Las amas de casa “no son tanto madres como organismos fértiles, como aves con una alta producción de huevos, que parecen más que dispuestas a sacrificar su libertad de acción a favor del funcionamiento de su carne.” “Encadenada por la naturaleza, la mujer es planta y animal, una masa de hormonas, una incubadora, un huevo (…) se ha convertido en el instrumento pasivo de la vida.” (El Segundo Sexo)

Por paradójico que suene, esta corriente del feminismo es anti-femenina. Sostiene que la causa de la opresión y desigualdad de la mujer es su propia feminidad y maternidad. Para que las mujeres sean libres, deben aspirar a las cualidades masculinas. “La peor maldición que nunca recayó sobre la mujer fue su exclusión de las artes de la guerra. Porque no es en dar la vida sino en arriesgarla donde el hombre se levanta sobre el animal; por eso la superioridad le ha sido conferida no al sexo que trae la vida, sino al que mata.” (El Segundo Sexo)

El matrimonio oprime

El matrimonio contraído entre el feminismo y el marxismo a mediados del siglo XX produjo lo que se conoce como teoría o ideología de género, corriente dominante en las feministas hoy en día. Según esta teoría, el matrimonio, la familia, la fecundidad y las normas morales de castidad son construcciones sociales inventadas por la clase explotadora patriarcal para someter a la mujer. Para que la mujer se emancipe, debe destruir todas estas construcciones. La anticoncepción y el aborto son clave para abolir la biología y para que la mujer pueda tener una vida sexual sin consecuencias, igual que el hombre. El matrimonio, como institución reguladora de la sexualidad, debe desaparecer o por lo menos diluirse. “Mientras la familia, el mito de la familia, el mito de la maternidad y el instinto maternal no sean destruidos, las mujeres seguirán estando oprimidas.” (Sex, Society, and the Female Dilemma)

La ideología de género

Según la teoría de género, estas construcciones sociales machistas se inculcan a las mujeres desde pequeñas y el ejemplo más claro de cómo se realiza este lavado de cerebro serían las películas de princesas de Disney o los cuentos de hadas: la mujer es la damisela en peligro que debe ser rescatada por el príncipe; la mujer no trabaja, se queda en casa, mientras que el hombre es el que se aventura y provee; la mujer sólo debe preocuparse por cumplir unos ciertos estándares físicos y saber hacer oficios de casa para ser apta para el matrimonio. En este sistema machista, la plenitud de la mujer se encuentra sólo en la vida privada, mientras que la vida pública está reservada para el hombre.

Pero, ¿este feminismo verdaderamente respeta la dignidad de la mujer?

¿Realmente la familia, el matrimonio y la fecundidad son cosas que esclavizan y evitan la realización de la mujer? ¿Para ser igual al hombre, la mujer debe convertirse en asesina de sus hijos? ¿La revolución sexual y el sexo sin consecuencias han traído empoderamiento a la mujer, o al contrario ha ocasionado que cada vez más se convierta en un objeto de placer?

Afortunadamente, hoy en día muchas de estas actitudes machistas se han ido superando en algunas clases sociales de la cultura occidental. Cada vez son más las mujeres que estudian y trabajan, y los hombres que ayudan en las labores domésticas, que son repartidas por una decisión acordada y libre. Esto, claro está, no significa que en muchos lugares no siga habiendo inequidad y muchas injusticias contra las cuales luchar todavía. Sin embargo, hay que entender que buscar la equidad no es lo mismo que buscar una igualdad absoluta siguiendo los dogmas de una ideología que carece de sustento científico. Sin menospreciar las cosas positivas que ha traído el empoderamiento de las mujeres, hay que preguntarse muchas cosas sobre la validez de los postulados de la ideología de género, y sobre si sus medios realmente han hecho que se respete más la dignidad de la mujer.

Para el existencialismo ateo de Simone de Beauvoir, el ser humano en sí no es nada, no tiene una esencia que preceda su existencia, sino que se mide puramente por sus actos. ¿Pero el ser hombre o mujer se determina únicamente por lo que una persona hace y por el papel que juega en la sociedad? ¿No existe una realidad ontológica que te haga ser hombre o mujer más allá de las construcciones sociales? ¿Acaso Disney inventó lo que es ser mujer y hombre, o será que la esencia de ser mujer y hombre precede cualquier construcción social?

¿No será que hay algo profundamente arraigado en el hombre que lo impulsa y lo urge a rescatar, proteger, proveer y dar estabilidad a una princesa? ¿No será que hay algo profundamente arraigado en la mujer que la llama a dar belleza, cariño y ternura al mundo? ¿No será que es en esto, y no únicamente en adquirir un logro laboral o un puesto en la sociedad, que se encuentra la plenitud, realización y felicidad del hombre y la mujer?

La respuesta personalista

“Para comprender a una mujer, uno primero debe soñar con ella. (…) A menudo, cuando hablamos sobre las mujeres, pensamos sobre ellas de una manera funcionalista: ‘las mujeres nacieron para hacer esto.’ En cambio, deberíamos ver a las mujeres como portadoras de una riqueza que los hombres no poseemos: las mujeres traen armonía a la creación. (…) ‘La mujer está ahí para lavar los platos, para hacer cosas…’ ¡No, no, no! (…) Es ella la que trae la armonía, que nos enseña a valorar, a amar con ternura, y que hace que el mundo sea una cosa hermosa. (…) La funcionalidad no es el propósito de la mujer. (…) Explotar a las personas es un crimen contra la humanidad, es cierto. Pero explotar a una mujer es peor: destruye la armonía que Dios quiso regalar al mundo. (…) Me gusta pensar, y es una opinión muy personal, que Dios creó a la mujer para que todos pudiéramos tener una madre.”

–Papa Francisco. Meditación de la mañana en la capilla de Domus Sanctae Marthae, 9 de febrero de 2017.

Matar no constituye la grandeza del hombre, y de ninguna manera es más grande matar que poder dar la vida. Al contrario, la fecundidad es el mejor regalo que nos ha dado Dios. El hombre al cual según esta teoría la mujer debe imitar no es tanto un hombre sino un patán. Una masculinidad y paternidad comprendidas correctamente es lo que este mundo necesita desesperadamente. Ambos hombre y mujer son necesarios e indispensables tanto en el hogar como en la vida pública. La maternidad y paternidad no son de ninguna manera un obstáculo para la plena realización de una persona, sino al contrario, es el llamado que, de una manera u otra (material o espiritualmente), nos da plenitud como personas.

Pienso que la mujer aporta mucho y es capaz de participar en la vida pública desde su feminidad. Hombre y mujer tienen la misma dignidad, pero es evidente que no son iguales. Sin embargo, es precisamente en esta diferencia que yace la riqueza de cada uno y de su complementariedad. Estoy convencido de que el mundo perdería una gran riqueza si la mujer tuviera que renunciar a su feminidad.

Si quieres conocer más del tema te dejamos estas referencias que pueden servirte:

Referencias

  1. G.K. Chesterton, What is wrong with the world, 1910

  2. Donald de Marco y Benjamin Wiker, Arquitectos de la cultura de la muerte, 2007.

  3. Simone de Beauvoir, The Second Sex, 1968.

  4. Simone de Beauvoir, Sex, Society, and the Female Dilemma, Saturday Review, 14 de junio de 1975, p. 18.

  5. Papa Francisco, Meditación de la mañana en la capilla de Domus Sanctae Marthae, 9 de febrero de 2017.

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