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Del Big Bang a una gota de sangre

Dios nos ama sobre todas las cosas

Se estima que desde el Big Bang hasta hoy han pasado aproximadamente 13.700 años. Pero los grandes físicos del mundo aún siguen realizando otras preguntas: ¿Qué había antes del Big Bang? ¿Qué hay más allá del Universo? ¿Cuál es el futuro de este?

El Génesis, primer libro de la Biblia, comienza diciendo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra (…) y dijo: Hágase la luz, y se hizo la luz (…)”, y con once frases más se creó todo lo que hoy en día conocemos y todo aquello que ha dejado de existir.

Es sorprendente que los autores sagrados resumieran tantos miles de años de creación en solo unos días, ¿por qué lo harían así? Una de las razones, es muy sencilla: porque no le costó a Dios mucho más que unas pocas palabras crear todo lo que se conoce. 

Creó átomos y células, plantas y animales, ecosistemas y galaxias. Creó las leyes y principios, los ciclos y la vida. Y solo le costó cinco “días”. Al sexto día creó a Adán y a Eva y ahí usó algo más que sus palabras. Usó sus manos y su aliento de vida. Dedicó todo un “día” al ser humano, y lo moldeó con cuidado y dedicación haciéndolo semejante a Sí Mismo.

¿Cómo es el amor de Dios?

El amor de Dios por nosotros toca extremos impensables. Resulta tan extraño pensar que se tomó la molestia de hacerse hombre, de nacer y verse encerrado, limitado e impedido en un cuerpo. Que el que todo lo sabe tuvo que aprender a caminar y hablar. Que el que todo lo tiene, estuvo dispuesto a sentir hambre y sueño.

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué quiso caer y rasparse? ¿Por qué quiso aprender si todo lo sabía? ¿Por qué quiso limitar su inteligencia y su poder? ¿Por qué hacerse hombre y sufrir? Así como la creación del hombre tuvo más dedicación por parte de Dios, la redención de este tuvo todo, absolutamente todo, de Dios.

Una sola gota de sangre habría bastado, pero una gota de sangre no habría sido suficiente manifestación de amor. Tuvo que llorar y sudar sangre, tuvo que temer y temblar, tuvo que ser juzgado como hereje por su propio pueblo y ser humillado hasta la muerte y una muerte de Cruz.

Le tomó once frases crear todo lo que existe, pero tuvo que entregar hasta la última gota de sangre para redimir nuestro pecado. Porque no soportaba que la humanidad estuviera desterrada, obligada a pasar una eternidad en el infierno, no soportaba que tú y yo estuviéramos, siquiera un día, lejos de Él.

La muerte de Jesús tiene que ser, sin duda alguna, el evento más triste de la historia de la humanidad. Pero no como un evento distante y ajeno sino como el momento más personal que podemos tener con Cristo. La muerte de Cristo fue por toda la humanidad, es cierto, pero fue especialmente por ti y por mí.

Comprender que Aquel por quien todo fue creado, se hizo hombre, y que murió por amarnos hasta el extremo, debe inundar constantemente nuestro pensamiento en una constante reflexión.

“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. -Jesús de Nazareth
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