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¿La Religión nos limita o nos libera?

¿Que son la Religión y la Religiosidad?

Para poder cuestionarnos sobre la religión es necesario entenderla. A muchos les da la impresión que la religión consiste en un conjunto de reglas y ritos prescritos, un montón de arbitrariedades que, al respetarlas, nos hacemos integrantes de un grupo. Este modo de pensar es muy común pero excluye la esencia de la religión. Aunque sea cierto que en las religiones existen reglas y ritos, estos no son la religión, son solo algunos de los elementos externos de la misma.

La religiosidad es la búsqueda de Dios por parte del hombre y el hombre religioso no es aquel que sigue normas, sino que es aquel que se esfuerza en la búsqueda de Dios o de lo trascendente. Cuando hablamos de una religión en específico nos referimos a un conjunto de creencias sobre las realidades últimas que comparte una comunidad, y estas creencias son las que orientan a la comunidad en su modo de adorar, en sus costumbres y en sus reglas. Esta dinámica, en la que el modo de ver la realidad influye en el comportamiento humano, la podemos definir como coherencia de vida o “vivir lo que se predica”. El que cree,  vive estas reglas porque tienen sentido dentro de su visión cosmológica, porque cree que ellas resguardan algo que considera valioso. Es por esto que lo esencial de una religión son las creencias que estas profesan.

Límite vs. Condición

La visión que alguien tiene sobre la realidad no puede limitar sino condicionar.. Límite implica que no existe posibilidad, como el límite de velocidad de un carro, este puede llegar a esa velocidad y no le es posible superarlo. La condición solo nos orienta más hacia un comportamiento, quizás podemos decir que nos “presiona” o nos hace más propicios a un tipo de comportamiento. Por más que yo crea que los animales tienen dignidad y no debo comer animales, aunque estaré condicionado a evitarlo, siempre podré optar por hacerlo. Lo mismo sucede con las creencias y las normas religiosas, no nos quitan una posibilidad si no que nos orientan hacia una opción.

Las condiciones siempre han existido y existirán, una gran mentira de nuestros tiempos es que las condiciones en sí son malas, y que mientras menos condiciones tengamos, seremos más libres y más felices. Hablamos negativamente de ellas diciendo cosas como “está condicionado a pensar de esta manera” como si no tuviera otra opción más que pensar así y esas convicciones fueran totalmente irracionales. La realidad es que las condiciones nunca nos abandonarán porque hemos nacido en un planeta específico con una fuerza de gravedad específica, en un lugar y época específicos, en una cultura con una mentalidad y tradiciones concretas, en una familia específica, y mucho más.

Todas estas cosas condicionan nuestra vida, unas de un modo y otras de otro, pero repito, la condición no es necesariamente un límite, pensemos que la posición de la tierra es una condición necesaria para la vida, sin esta condición no pudiéramos existir. Hay también condiciones intelectuales, estas nos permiten tener un modo concreto de pensar y de enfrentarnos a la realidad y  algunas de estas son las que nos ayudan a tener una mente más abierta.

¿Cómo nos condiciona la religión?

Al profesar con convicción un credo religioso nos vemos condicionados a actuar consecuentemente. Entonces, ¿las condiciones que nos impone una religión son buenas o malas? ¿Convenientes o inconvenientes? ¿Nos llevan a vivir una mejor moral o nos hacen más inmorales? ¿Llevan al progreso o nos retrasan? A todas estas preguntas solo puedo responder con un “depende”.

Depende de cuál religión. Depende de cuáles sean las creencias de la misma. Si estas son acertadas, entonces las consecuencias serán positivas. Si es cierto que matar es malo, la ley de “no matar” será una condición que nos ayudará a vivir mejor y a ser mejores seres humanos. Si las creencias de una religión son falsas, entonces difícilmente brotarán de ellas exigencias a un comportamiento positivo. Quien cree que el feto no es un ser humano no considerará que la regla de “no matar” aplica a ellos y el aborto será moralmente aceptable, si esto es verdadero no habrá consecuencias negativas pero si es falso, esta persona estaría condicionada a cometer una atrocidad.

Por lo tanto la pregunta no es verdaderamente sobre la religión, la religión como tal no limita. La pregunta gira finalmente en torno a la verdad. Si es justo ofrecerle sacrificios a Dios, entonces lo bueno es realizarlos con auténtica reverencia. Si es verdaderamente bueno y justo realizar o dejar de hacer algo, entonces las normas que lo prescriban y las instituciones que nos ayuden a realizarlo estarán condicionándonos a hacer lo correcto, a ser mejores, nos estarían ayudando en vez de limitando.

Es por esto que es tan importante buscar con profundidad la verdad y mientras la vamos encontrando, debemos esforzarnos por entender lo que este descubrimiento implica para nuestras vidas. En la medida en que vamos descubriendo la verdad y nos convencemos de ella las normas que broten no serán algo que nos limite, sino algo que nos libere. Nos liberan del error, de la mentira y de la maldad.

El verdadero límite

La mentalidad post-moderna nos enseña que lo importante no es la verdad, si Dios existe o no, si hay una vida después o solo nos tocará la nada. Nos dice que esas “discusiones solo causan conflictos y no llegan a nada”, que “finalmente lo que importa es ser bueno, tener buenas intenciones”, “¿cuántas atrocidades no se han hecho en nombre de la religión?”, “si solo nos preocupáramos por amar el mundo fuera un mejor lugar.

Estos comentarios suenan muy atractivos pero cuanta mentira se encuentra escondida en ellos. La pregunta que yo hago es ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? Si no hay verdad, o al menos no nos preocupamos por reconocerla ¿Cómo vamos a saber qué es amar para optar por ello? ¿Qué es el respeto y la tolerancia y quién lo merece? ¿Qué es lo justo y cómo lo practico? Si no conocemos la verdad no podemos distinguir el bien del mal y si nos deshacemos de ella la moral se fundará en los caprichos de una sociedad o de otra, de una generación o de la siguiente..

Es cierto que tener buenas intenciones es algo muy positivo, pero las intenciones no bastan para hacer que un acto sea bueno. Necesitamos los conocimientos para poder reconocer la bondad o la maldad de las cosas y así escoger según nuestra intención, por ello no habrá nada que cause tan grave límite en el hombre que la mentira de considerar la verdad como algo irrelevante para el bienestar, progreso y realización de la humanidad.

Lo que efectivamente limita al hombre es la creencia de que no hay un fundamento último y verdadero para la realidad pues le quita la posibilidad de alcanzar el bien que tanto desea. Debemos tratar de entender la realidad y solo así podremos optar libremente por el verdadero bien. Tenemos no solo la necesidad, sino la obligación de buscar la verdad pues solo “La verdad os hará libres” Jn 8:32.

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