No sé si a ti te sucede, pero al ver los perfiles en redes sociales pienso, ¿cómo le hace esta gente para tener TANTO de TODO? Tantos viajes, tantas fotos divertidas, cientos de fiestas y eventos sociales, tanto dinero para ir a decenas de conciertos, tanta energía para correr todos esos kilómetros, tanto tiempo después del trabajo para estudiar maestrías y doctorados… en fin, la lista crece y yo sigo sin tener idea.
A simple vista pareciera que la regla a seguir es “más = mejor” y a pesar de que no suene muy cristiano, la realidad es que Jesús también nos da el mismo mensaje, pero con un entendimiento distinto al que la sociedad de hoy nos comunica.
En el Evangelio de San Juan, capítulo diez, se presenta el discurso del Buen Pastor. A través de la comparación de las actitudes que tiene un pastor para con sus ovejas, Jesús, nos explica qué tan grande es su amor por nosotros. Nos dice que ha venido para protegernos de los ladrones, de los depredadores, a enseñarnos dónde está el campo más verde y hermoso, las aguas más frescas para beber… en conclusión nos dice: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en ABUNDANCIA”.
La prueba más grande de que Cristo quiere para nosotros la VIDA, es que entrega su propia vida colgado en una cruz. Este sacrificio para muchos parece incomprensible. ¿Por qué el Verbo hecho carne no solo lanza rayos poderosos, hace cambiar las opiniones de los gobernantes con poderes telepáticos o desaparece a la gente mala de la faz de la tierra…? ¿Para qué tiene que morir?
Pues en el Antiguo Testamento leemos que los sacerdotes debían ofrecer sacrificios de animales para recibir el perdón de sus pecados, en el Libro del Levítico, capítulo 4, se explica todo el proceso a seguir. Pero entonces ¿por qué no seguir ofreciendo a Dios primicias de frutas o la sangre de carneros? ¡PUES PORQUE ESO NO NOS GANARÍA LA VIDA ETERNA!
La vida que Jesús ofrece se obtiene solo en la participación de SU SACRIFICIO. Él entrega su vida como el cordero sin mancha, como el Hijo de Dios que ha venido para cumplir la voluntad del Padre. Con su muerte en la cruz nos entrega todo lo que tiene, no solo palabras bonitas o riquezas materiales para tenernos contentos, sino que quiere que alcancemos un día la vida eterna, para vivir con Él, su Padre, el Espíritu Santo, y todos los santos, juntos en el cielo.
Segura estoy que el Hijo de Dios no se refería a la abundancia que todos queremos hoy, llena de fama, de riquezas, de distracciones y chisme… la Abundancia que el Hijo de Dios nos ofrece es una vida que lleva al Cielo, a la eternidad. ¿Por qué conformarnos con una vida mediocre y relativista? Mejor apostemos por la vida con Cristo. El Buen Pastor nos ha regalado la opción de participar en una transformación revolucionaria que Santo Tomás de Aquino describe así:
“El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres” (CIC #460)
Entonces, ¿cómo vivir de cara a las palabras de Jesús que nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”? (Jn 14, 6)
Vivir de cara a la Abundancia implica caminar por el camino que nos dejó Jesús, con las herramientas bien claras que llamamos Sacramentos:
¿Queremos la puerta a la vida eterna para nosotros y nuestros hijos? – tenemos el Bautismo que nos hace hijos de Dios
¿Deseamos nunca estar solos? – Podemos unirnos con Jesús en cada misa pues contamos con la participación de la Eucaristía para recibirlo en cuerpo, sangre, alma y divinidad cada que comulgamos.
¿Necesitamos pedir perdón por nuestras faltas? – gozamos de la Reconciliación cada que acudimos a la Confesión y la mejor parte es que no hay un límite para confesarnos y recibir el perdón de Dios.
¿Queremos tener una pareja a quien amar y con quien formar una familia? – Podemos solicitar a Dios su ayuda para formar una alianza inquebrantable con la gracia santificante del Matrimonio
¿Sentimos la necesidad de entregar nuestra vida al servicio de los demás? – Podemos ser consagrados como sacerdotes o religiosas para siempre servir a los que más necesitan misericordia y un trato lleno de caridad.
Incluso en la abundancia de males o enfermedades, Dios no nos desampara, pues tenemos el Sacramento de la Unción de los Enfermos para acompañarnos en el dolor y el sufrimiento.
¿Lo ves? Jesús quiere que tengas vida y que la vivas en abundancia. Busca experimentar su amor, su compañía, su perdón y su presencia en tu vida y te aseguro que no te arrepentirás. Desde mi experiencia personal te puedo compartir que al participar de la gracia que dan los Sacramentos, te conviertes en un portador de paz y de alegría. Teniendo a Dios en tu vida, no hay nada que no puedas superar porque ya cuentas con una seguridad grande: estás unido a la “vid”, no eres una uva que está en proceso de marchitarse. No vives solo esperando la muerte… sino que vives disfrutando del amor y la comunión con el Dios que te creó y quiere darte lo mejor.
Recuerda que al Dios a quien le confías tu vida es el mismo que dice “Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24, 35). ¿Qué más seguridad necesitas para dar el paso a la vida abundante que te espera?
Por favor compártenos tus comentarios y dinos lo que piensas de la vida vivida con la ayuda de los Sacramentos. Como dijo el Papa Benedicto: “Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo”. ¡Ánimo, que la vida abundante nos espera!
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