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¿Ya encontraste tu propósito en la vida?

La vida no tiene sentido si no tenemos un propósito. ¿Cuál es tu propósito? ¿Para qué estás en este planeta? La verdad es que pienso que encontrar un propósito se ha vuelto un tema mucho más relevante. Vemos que hay seminarios para encontrar tu equilibrio personal, conferencias de identificación vocacional, Masters en felicidad y la lista podría seguir. La realidad es que es muy difícil encontrar la fórmula mágica que aplique para todos.

Después de ver muchos TEDtalks, leer libros de filosofía y a los Santos, creo que puedo decir que muchos de ellos coinciden en que se encuentra felicidad verdadera al salir de uno mismo para darse a los demás. No por nada el tema de la responsabilidad social, el servicio en actividades altruistas, las organizaciones civiles, y las causas sociales, se han vuelto cada vez más y más famosas. Ya no nos interesa lo mismo que a nuestros padres, no basta con tener una casa, un buen trabajo de lunes a viernes y pagar las cuentas. Los jóvenes desean encontrarse con algo mayor a ellos mismos, algo que trascienda y les permita dejar huella.

Encontrar el “purpose” de tu vida puede comenzar con simples actividades como la continua escucha de algún podcast dirigido por alguien a quien admiras, registrarte como donador a una causa pro-vida, viajar para ser voluntario a una aldea Africana… pero ¿y después? ¿Qué pasa cuando tu membresía de la ONG expira, o cuando ya no tienes energía para salir a empacar comida para los inmigrantes?

Te invito a que consideres que estos constantes intentos por darle sentido a la existencia a través del servicio a los demás son eso – INTENTOS – muy buenos y válidos, pero siempre dejarán ese deseo de seguir comiendo algo que estaba muy sabroso, ese instinto de querer un poco más.  San Agustín encontró una muy buena forma de explicar este sentir humano describiéndolo así    “nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti”.

Esto significa que aún cuando pudiéramos dejar de lado toda banalidad y decidiéramos dedicar nuestra vida a hacer puras obras buenas, de todas formas estaríamos inquietos porque todo lo humano que nos pudiera llenar es solo un reflejo de la belleza y bondad de Aquel quien todo lo ha creado. Todo lo bello y bueno, el arte, las amistades, la compasión hacia los demás… son como señales en el camino que apuntan a que somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Lo bueno y lo bello tienden a llevarnos a la búsqueda de la Verdad y cuándo el corazón quiere sinceramente, conocer lo verdadero, acaba tropezando con la pregunta sobre la existencia de Dios.

Otro santazo que lo pone en palabras de una forma maravillosa es San Pablo en su carta a los Corintios, les explica esta búsqueda del amor, y les dice:

“…, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.”

Yo no creo que existe un amor humano como este. Del amor que habla San Pablo es de aquel que ha encontrado en Dios. Y esa frase de “ahora somos como niños” es muy verdadera. Somos como chiquillos que buscan lo brillante, lo atractivo a la vista. Nos dejamos atraer por empaques vacíos que deberían ir en la basura –o al menos ahí terminarán-, pero nosotros los guardamos como nuestro más grande tesoro.

Entonces, si queremos pasar realmente de las ideas mundanas, a una vida más armoniosa, sustentable y responsable; sería buena idea considerar dónde están guardados los tesoros de nuestro corazón. Sabemos, según dicen los que son más sabios,  que el secreto está en acoger un objetivo o un ideal más grande que sí mismo. Pero Jesús propone dos reglas de oro para vivir de acuerdo a la voluntad del Padre: “amen a Dios por sobre todas las cosas, y a los demás como a ustedes mismos” (cf. Mateo 22, 37 & 40)

La vida se trata de servir y en el camino ser felices. Santa Teresa de Calcuta decía: “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Piénsalo y evalúa cuánto de tu tiempo está dedicado al servicio de los demás y si en realidad esa proporción es la que más satisfecho te tiene, la que más alegría trae a tu existencia.

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