top of page

Un día sin redes sociales

¡Te reto a vivir un día sin celular! Pareciera fácil de cumplir… Trata de llegar a casa de algún amigo sin el uso del GPS, lee noticias del periódico o en alguna revista… ¡Mejor aún! Trata de recordar el teléfono local de alguno de tus amigos o familiares ¿Lo lograste? Esto no acaba aquí… ¿Cuándo fue la última vez que imprimiste una foto?

Si estás entre los 20s o 30s ya vivías y hacías muchas de las cosas antes mencionadas sin tener un celular.

¿Tú te atreverías a dejar tu teléfono celular en casa por 1 fin de semana? Aquí te dejo un video para que veas a lo que te enfrentarías:


Claro, nadie quiere ser como la chica del video. Todos tenemos una buena razón para sacar el celular. Por ejemplo, puedes organizar mejor tu día, aprender infinidad de cosas con videos tutoriales, desde cómo cambiar una llanta hasta cómo hacer un pastel. Estarás de acuerdo conmigo en que no puedes bajar el teléfono nunca, porque es NE-CE-SA-RIO.

Cuando se trata de Redes Sociales

Necesitamos saber ¿cuántos me gusta tiene mi foto de perfil?, ¿cuántos snaps recibí hoy?, ¿quién le dio re-tweet a mi meme de la mañana?, ¿me etiquetaron en todas las fotos de anoche? ¿qué muro de Pinterest me hace falta? ¿cuántas veces han reproducido mi video? Es más, hasta pareciera que un día no basta para acabar de revisar toooooodos tus perfiles.

Leí varias noticias al respecto: “Apple dice que desbloqueamos la pantalla 80 veces al día; cada 12 minutos, lo que equivale a 5 horas diarias en el celular.” “Adolescentes entre 8-18 años pasan 9 horas conectados…” “Pasamos 3 horas al día revisando redes sociales.” Cada página tiene sus propios datos y ni siquiera me atrevo a poner las fuentes porque dudo de su veracidad. Lo que realmente me interesaba encontrar dentro de esa pila de artículos es la razón de: ¿Por qué YO abro mis redes sociales? ¿Qué quiero encontrar?  

Mi respuesta fue dolorosa. Me di cuenta que con cada like, re-tweet, comentario o compartir… se esponja algo de mi interior. Se siente bien que otros vean la gracia de mis publicaciones, que respondan sobre cómo se inspiraron con mi frase matutina, o simplemente saber que hay cientos que ven lo que hago, así que decidí observar 2 cosas:

1.- Motivaciones para dar like, poner comments o compartir algo:

  1. Querer recibir notificaciones.

  2. Ver qué pasa en la vida de los demás.

  3. Encontrar mensajes de gente que hace mucho no veo donde me dicen que quieren saber de mí o que les interesa cómo me va.

  4. Enterarme de cosas entretenidas que otros hacen para hacerlas yo también.

  5. Simplemente pasar el tiempo entre videos de mascotas, recetas y tutoriales de “hágalo usted mismo”.

2.- Análisis de esas motivaciones:

  1. Realmente solo me metía para distraerme, literal para matar el rato.

  2. El chisme, es decir, muchas cosas que los otros publican no necesariamente son de mi incumbencia.

  3. Me di cuenta que las fotos donde la gente se veía muy entretenida, eran poco genuinas con caras de extrema alegría, selfies donde se ve que hay mucho cariño… poses que hasta yo misma he hecho para publicar “lo bien que me la estoy pasando”.

  4. Que hay un sin límite de videos cortos y que darles play es adictivo.

  5. FINALMENTE: que mi tiempo estaba mejor invertido cerca de un libro, poniendo atención a los que estaban a mi alrededor o simplemente tomándome un rato para estar en silencio conmigo misma.

¿Cuál fue la acción después de estas conclusiones?

En mi celular ya no están las aplicaciones de cada red social en la que tengo una cuenta. Es verdad, mi muro es ahora de lo más aburrido, no recibo notificaciones y según la biografía de Facebook no tendré recuerdos para compartir en años futuros… pero he disfrutado de liberarme del impulso por revisar constantemente una pantalla.

Una cita de Melody Beattie me ayudó a entender esta batalla por buscar hacer reaccionar a los otros:

“el codependiente es aquel que ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y que está obsesionado(a) en controlar el comportamiento de esa persona”.  

OJO, no estoy diciendo que todos los que revisamos el celular constantemente tengamos problemas psicológicos y apegos desordenados…pero vale la pena preguntarnos ¿Qué tanto dependo de mis notificaciones? ¿Qué me pasa emocionalmente si no las recibo? Te invito a que lo pienses un poco y así encontrarás tus propias respuestas.

La realidad

Si apagas el celular por un rato no pasa nada. Haz la prueba y verás que no necesitas estar publicando todo lo que haces. Prueba capturar el momento en tu memoria, solo viendo cómo tú y tus amigos se divierten platicando por horas, sin necesidad de tomar foto de lo que comen, beben o traen puesto para luego publicarlo.

La Biblia me dio un buen consejo

Para cerrar quiero compartirte una cita bíblica que definitivamente engloba el sentido de intimidad y valor que ahora le doy a mis seres queridos. “No den a los perros lo que es Santo, ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y volviéndose, los despedacen” (Mt 7, 6)

Suena muy fuerte pero en el fondo sirve para comprender. Cuando yo estaba compartiendo fotos de mi familia, de mis amigas, de lo que más me gusta hacer, estaba también exponiendo todo aquello que más valoro a millones de ojos que ahora tienen el derecho de hacer con esa información lo que deseen. Si yo misma a veces criticaba la ropa, los gustos o las amistades de los demás, ellos por supuesto que podrían hacer lo mismo con mis publicaciones.

Cuida lo que es sagrado, no lo pongas en manos de quienes no lo merecen. Las personas son lo más valioso y si tú encuentras que el gran tesoro de tu vida es tu familia, tu novio, tu esposo, la relación con tus hijos, tus amigas, …  se vuelve riesgoso que los expongas a otros que no los valoran tanto como tú.

Recuerda que todos somos capaces de hacer daño y en redes sociales se promueve constantemente las reacciones emotivas. Hasta los recuadros llevan como sugerencia: “Pon qué estás pensando” “Dinos qué sientes” “Comparte qué te pasó”.  Si el medio mismo te invita a guiarte por la emoción fugaz, entonces fácil es que la envidia, los resentimientos del pasado y el egoísmo sean razón suficiente para que los demás pisoteen lo más preciado que tienes.  Cuando tú mismo expones tu tesoro más valioso, no hay manera de protegerlo ni de guardarlo a salvo. Así la próxima vez que vayas a publicar en cualquier red social, piensa bien: ¿de verdad quiero que todos mis contactos tengan acceso a este pedacito de mi intimidad?  

Si te gustó este artículo te invito a que inicies tu propio reto de cortarle el tiempo al teléfono celular. Ya tú sabrás qué borras y dependiendo en tu avance verás si te funciona más ponerte horarios, bloquear notificaciones o disminuir poco a poco el número de publicaciones diarias.  Otras publicaciones que te pueden interesar son: La obsesión con el “match” y 5 claves para una dieta Cristiana. Sigue leyendo New Fire y recomiéndalo a tus amigos si este o otro de los artículos te funcionó para mejorar tu vida.   

bottom of page