top of page

Si tiene que ver con Dios, no sirve

Desde que me mudé a Madrid el uso diario del transporte público ha sido toda una experiencia. Uno se sube al metro o al bus y diariamente se encuentra con muchísimas personas.

Están los que van con cara de pocos amigos, los que se quedan dormidos, los que conversan por teléfono, los que piden alguna limosna y los que leen. Muchas veces aprovecho el tiempo de moverme de un lugar a otro para leer.

¿Qué suelo leer?

Quienes me conocen saben que me encanta un buen libro, diría mi madre que soy un peligro en una librería porque los quiero comprar todos. Disfruto del tiempo de lectura generalmente para ampliar conocimientos, leo pocas novelas.

¿Qué sucedió en aquel bus?

Confieso que cuando llegué a Madrid me faltaba muy poco para terminar el libro del H. Anthony Freeman: One Step Closer. Sin embargo nunca lo llevé conmigo porque en la portada aparece el hermano vestido de cura y tenía miedo a las miradas, comentarios, etc.

Nunca había sentido esto… en mi país, Venezuela, carecemos de la gran mayoría de libertades, pero de una que aún gozamos es la de la libertad de culto.

Resulta que compré otro libro titulado “Dios te quiere feliz” y un día lo llevaba conmigo en el bus pensando “este no tiene un cura en la portada pero me valen las miradas o comentarios”.

Estaba sentada en el bus y se sienta un señor mayor a mi lado y me dice: “Siempre me ha llamado la atención que son más las mujeres que leen. Por eso hoy en día en España ocupan altos cargos en el gobierno, en las empresas, etc” esto vino acompañado de un gran discurso del empoderamiento femenino.

Acto seguido, me preguntó qué leía y le enseñé la portada. Si respuesta simplemente fue: “¡Bah! Lectura religiosa, no sé si te sirva de mucho”. Hubo alguna explicación de la importancia de nutrir el alma y una parada después, se bajó.

¿Para qué les eché todo este rollo?

Les quiero dejar 3 reflexiones que me he hecho respecto a la fe:

1. Sé auténtico

Cuando Jesucristo llegó al mundo vivió una autenticidad increíble. Llamaba cada cosa por su nombre y no tenía miedo de señalar lo correcto e incorrecto.

2. Sé testimonio

Las palabras convencen, pero el testimonio arrastra. Con esto no quiero decir que todos los que están leyendo algo religioso tienen que mostrárselo al mundo. Pero, sí es una realidad que al ver a tanta gente leyendo a mi alrededor me hizo pensar “¡Aprovecha el tiempo para la lectura!” Entonces, si más personas compartimos nuestra vida espiritual, podremos ir contagiando a quienes nos rodean.

3. No tengas miedo

Como les contaba al principio sentía miedo de sacar mi libro con el cura en la portada. ¿Miedo de qué? ¿Del qué dirán? ¿De ser juzgada? ¿De que vean que creo en Dios? Dios constantemente en la Biblia nos repite: NO TENGAN MIEDO y somos nosotros quienes dejamos de fijar la mirada en lo esencial para mirarnos a nosotros mismos.

bottom of page