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¿Cómo saber si estás haciendo apostolado como Dios manda?

Viendo cada días las noticias te puedes dar cuenta de lo que sucede a tu alrededor. Los medios de comunicación generalmente centran su información en las cosas negativas que pasan en el mundo, y solo se dejan pequeños espacios para hablar bien de la humanidad. Como joven puedes ser un simple espectador o participar activamente en la construcción de una sociedad digna. Tus obras no pasan desapercibidas cuando están impregnadas del amor de Dios, la fragancia que dejan perfuma a los que te rodean. Pero, ¿qué perfume estás utilizando? ¿Realmente impregnas tu entorno con la esencia del cristiano o solamente eres un buen altruista?,  ¿Sabes qué implica llamarse cristiano o simplemente usas un perfume que se hace pasar por cristiano? ¿Usas una imitación de bajo costo?

¿Qué dice la Iglesia sobre el apostolado?

La Iglesia explica, en un Decreto que se escribió en el marco del Concilio Vaticano II hace más de cincuenta años, qué es el apostolado y de qué manera debemos actuar como cristianos en el mundo para ser verdadero fermento en la sociedad.

Al escuchar el título Apostolicam Actuositatem, seguramente y como ha pasado con otros títulos del Concilio, vienen a nuestra cabeza ciertas dudas ¿cómo se pronuncia?, ¿qué significa?  Más allá de que cueste trabajo pronunciarlo, lo importante es intentar entender el contenido que expone la Iglesia y qué beneficios se pueden obtener de él.

Este Decreto habla sobre el apostolado de los laicos, un llamado que todos tenemos por el hecho de ser bautizados y pertenecer al Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia. Y este apostolado se hace más urgente porque tanto la sociedad, como sus necesidades, han crecido muchísimo. Además, en muchas regiones, en donde los sacerdotes son muy escasos, o, como sucede con frecuencia, se ven privados de libertad en su ministerio, sin la ayuda de los laicos, la Iglesia a duras penas podría estar presente y trabajar.

¿Puedo ser apóstol?

Antes de comenzar con el estudio de este Decreto es preciso saber, qué es un apóstol y un laico. Jesús de entre sus discípulos escogió a doce (cfr. LC 6, 12-13) a los cuales llamó Apóstoles, palabra griega que quiere decir enviado. Ser apóstol implica ser testigo de la vida, muerte y resurrección de Jesús. El hecho de ser apóstol no significa que uno deja de ser discípulo ya que constantemente uno está aprendiendo.

Un laico es todo aquel que ha sido bautizado y no pertenece al orden sagrado, por consiguiente vive las condiciones cotidianas de la vida familiar y social. Imagina estudiantes, trabajadores, padres de familia, etc. comprometidos realmente con la fe que profesan. Tú puedes santificar el mundo desde dentro a modo de fermento, puedes hacer presente a Cristo por medio del testimonio de tu vida.

¿Qué puedo hacer?

La Iglesia ha nacido con el fin de propagar el Reino de Dios en toda la Tierra, cada bautizado debe participar en esta obra, toda obra dirigida a este fin se le llama Apostolado. El alma que lo sostiene es el amor, Jesús es nuestro mejor ejemplo, mirar, abrazar, consolar, escuchar, servir como lo hace Él. Nada en nuestra vida debe ser ajeno a Cristo, todo debe estar orientado a Él. Todo cuanto hagamos de palabra o de obra, hacerlo todo en el nombre del Señor Jesús (cfr. Col 3, 17)

La misión que tenemos es impregnar el mundo con el espíritu evangélico, todo cuanto hagamos lo debemos de convertir, transformar, en cosas nuevas, que todas aquellas personas que tengan la fortuna de ser parte tu historia personal, puedan ser llenas del Espíritu Santo, y puedan ver un evangelio viviente.

¿Apostolado igual a altruismo?

Es muy fácil confundir el apostolado que realizamos con actividades altruistas, es decir,  hacer el bien a los demás de manera desinteresada. No es lo mismo colaborar con el plan de Dios y mirar en el otro a Cristo que hacer el bien por mero gusto.  Nuestro campo en donde desempeñaremos este apostolado es el mundo entero. No limitemos nuestro apostolado dentro de la Parroquia, extendamos este servicio que necesita el mundo, saquemos a Cristo de las cuatro paredes donde lo hemos encarcelado, vayamos al encuentro del hermano, de aquel que necesita la luz de Jesús, muchas de las personas nunca escucharán el evangelio, el único evangelio que podrán presenciar, será el ejemplo de nuestra vida.

Como jóvenes tenemos una característica, en este momento de nuestra vida, queremos comernos al mundo, nuestros sueños están llenos de vitalidad, tenemos aún la capacidad de soñar, algo que muchos ya han perdido, lo importante no es soñar con un mundo mejor, lo importante es trabajar por un mundo mejor.

Conclusión

En Jesús vale la pena gastar lo más valioso que se tiene, así como lo hizo la mujer del evangelio (Jn 12, 3). Tu vida ofrecida a Jesús, trabajando cada día podrá contribuir para anunciar a un Dios vivo, cercano, a un Dios de amor. El perfume es grato para quien lo porta así como para aquellos que están alrededor, el lugar donde estés podrá ser perfumado con el amor de Dios. Cuéntame en los comentarios un poco sobre las obras que realizas.

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