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La teoría del descarte

Nuestra vida diaria tiene muchas etapas y fases por las cuales vamos pasando. En esas etapas tenemos que responderle a las tareas de cada una de estas etapas; cuando estamos en la casa tenemos que ayudar a los quehaceres diarios; en el trabajo tenemos nuestras tareas, las responsabilidades académicas cuando estamos en la universidad y así sucesivamente con todo. Al crecer vamos entrando en otros ámbitos además del nuestro, aquí debemos  aprender a balancear nuestra vida espiritual, laboral y personal con todos los factores presentes en ese momento.

Hazte preguntas

Muchas veces estamos muy inmersos en alguna situación o alguna de estas etapas que no dejamos que Cristo nos hable. No tenemos esa comunicación que fluye entre Él y yo. ¿Dónde dejé mis ratos de oración? ¿Dónde dejé mis proyectos laborales? ¿Dónde dejé a mis amigos? Estas pueden ser las preguntas que nos hacemos justo en el momento que nos damos cuenta que algo hemos estado alejados de Dios, y no por mala conciencia, sino más bien porque me enfoqué en una sola cosa y dejé las demás a la deriva.

Pero luego hay momentos o meses donde no hay mucho que resolver en el trabajo, o no hay que atender situaciones y todo fluye “bien”. Sentimos que estamos en control y muy tranquilos. Estamos cumpliendo con nuestros compromisos, nos mantenemos más tiempo en gracia. Son etapas fáciles, pero justo cuando algo nos pone a prueba, entramos a la teoría del descarte.

¿Y ahora qué hago?

Creo que a muchos católicos nos ha pasado esto en algún momento. Esta teoría, la relaciono así: cuando tengo tiempo es cuando voy a misa o al apostolado, visito al Santísimo o me confieso. Pero luego llega el momento donde tengo que sacrificar más tiempo en la universidad, el trabajo o con mi novia, no dedico tiempo para mis ratos de crecimiento espiritual. Entonces empiezo a descartar todo lo espiritual primero antes de lo que más quiero o creo que necesito:

  1.        Prefiero ir a la fiesta, que pasar a misa ese día y la descarto.

  2.        Como tuve examen esa semana, no voy al círculo de estudio y lo descarto.

  3.        Me fui al cine y descarto el encuentro semanal.

  4.        Así es cómo voy descartando poco a poco mi conexión con Jesucristo.

Dejé de lado sus ganas de tenerme cerca y guiarme por el camino correcto. Le cerré la posibilidad de enseñarme el gran amor que me tiene. Dios, como buen caballero que es, no se queja y no me reprocha lo que hago. Me encerré en mi mundo y lo fui descartando poco a poco.

¿Cómo pude hacerle eso a Él?

La vida es un balance de todas las áreas y etapas de nuestra vida. Hay que tratar de tener todos esos campos llenos y al mismo nivel, sin descuidar alguno. El Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, habla sobre el cuidado de la casa común. En esta se toca el tema del medio ambiente y en uno de sus puntos habla sobre el consumismo y que con este, nos llenamos de cosas materiales, en vez de lo que en realidad deberíamos de tener. Esto me ha ayudado mucho a entender la importancia de lo espiritual, más que lo material. Entonces tenemos que dejar que Dios nos meta en sus planes, y no nosotros a Él. No lo dejemos fuera, cada momento de oración o de crecimiento espiritual va de la mano de Él.  

Un gran Santo

Un santo que nos puede ayudar en esto es San Francisco de Asís. Él lo dejó todo por estar con los más necesitados y con eso nos enseña a poder trabajar desde el corazón, desde adentro hacia fuera.

¡Cómo me cuesta entenderlo! No hay que dejar que todo lo mundano y material nos nuble la visión.

Cuando llegamos al punto de poder discernir dónde hemos fallado, podemos re-dirigir hacia dónde queremos ir y encaminar mejor nuestra vida hacia Jesús. Si tenemos a Jesús como punto principal en todo, vamos a tener una vida balanceada y sana en todo aspecto y etapas. En Él encontramos respuesta a muchas de las dudas de nuestra vida.

Por eso, no dejemos que la teoría del descarte nos sea de herramienta para nuestra vida. Si tenemos una buena base en nuestra vida espiritual, vamos a tener un buen gozo en el día a día. Y lo mejor de todo es que Dios va a estar ahí para recibirnos de nuevo.

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